Una de las cosas más crueles cuando marchas de San Vicente es tener que pasar por La Lanzada. Desde la curva del sanatorio la vista es sencillamente maravillosa, especialmente un día con la marea mediada-baja, con viento del norte y sol radiante. En esas circunstancias es realmente duro, es incluso cruel diría yo.
En fin, seguro que más de uno lo ha experimentado en sus própias carnes. Por lo que imaginareis el motivo por el que prefiero que el día que me marcho haga un día de perros.
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